De la fuerza del agua a la generación de energía sostenible: cómo operan y los diversos tipos de plantas hidroeléctricas.
Una central hidroeléctrica aprovecha la energía del agua para generar electricidad renovable. Hay tres tipos principales: de pasada, de embalse y de almacenamiento.
En general, una central hidroeléctrica consta de una estructura, como una presa, que detiene el flujo de agua, formando un embalse. El agua se dirige desde este embalse hacia turbinas hidráulicas mediante canales y túneles. Las turbinas son activadas por el agua, generando así energía mecánica, que luego es convertida en electricidad por un generador eléctrico rotativo. Después de pasar por las turbinas, el agua vuelve al cauce natural a través de un canal de descarga.
Las centrales hidroeléctricas se clasifican en tres tipos según su diseño: de pasada, de embalse y de almacenamiento.
En las centrales de pasada, se utiliza directamente el flujo natural del agua de un río o arroyo, que luego se devuelve a su curso original aguas abajo de la central.
En las centrales de embalse, el agua de uno o varios arroyos se acumula en un embalse, ya sea natural o creado por una presa, para luego liberarse para accionar las turbinas y luego regresar al río.
Las centrales de almacenamiento, por otro lado, cuentan con dos embalses a diferentes alturas. El agua cae desde el embalse superior hasta el inferior, pasando por las turbinas para generar electricidad. Luego, en momentos de baja demanda energética, el agua puede ser bombeada de nuevo al embalse superior para su posterior uso en la generación de electricidad. Esta capacidad de almacenamiento permite a la central actuar como una especie de “batería recargable”, lo que la hace compatible con fuentes de energía intermitentes como la solar y la eólica, contribuyendo así a la estabilidad del sistema eléctrico.